El bautismo infantil, o mas bien, el bautismo de los niños de la Iglesia es el distintivo reformado por excelencia, no porque lo sea en sí mismo, sino porque es el corolario de la Teología del Pacto, es la señal distintiva del Pacto de Dios con su Iglesia. Como reformados, creemos que el bautismo sustituyó a la circuncisión del prepucio. Aquella fue la señal de la justicia que es por la fe (Romanos 4:11) bajo la administración del antiguo pacto, este, cumple la misma función pero en el nuevo pacto. Son los distintivos que Dios mandó a poner en la gente de su pueblo, los adultos y también sus hijos. Eso no ha caducado porque Dios no lo ha quitado. Aun así, hay quienes lo rechazan, lo niegan, lo discuten, lo echan a un lado bajo argumentos puramente humanos, ninguno proveniente de la Biblia. Aquí compartimos lo que cree John McArthur acerca del bautismo de los niños. Entonces…¿John McArthur reformado?
———————————-

«¿Por qué se inició la práctica del Bautismo de los niños?
En épocas tempranas, la Iglesia Católica Romana lo hizo para asegurar a todos en el sistema. Haciendo a todos «cristianos» desde el nacimiento, se aseguraban de que pertenecieran a la Iglesia, y por consiguiente estaban bajo su control.
Las Iglesias Reformadas o basadas en la reforma por desgracia adoptaron -en lugar de echar por la borda- la práctica del bautismo de los niños durante muchos años, pero con el tiempo varió un poco. Enseñan que cuando sus padres cristianos hacen que su hijo se bautice, ese bebé automáticamente se convierte en miembro del pueblo del pacto de Dios. Dicen que la realidad es confirmada cuando el niño es suficientemente mayor para recitar el catecismo apropiadamente, un rito conocido como Confirmación.
Una amenaza, tanto para las iglesia Romanas como para las Reformadas, fue un grupo de gente que se levantó y dijo: «Todo está mal: El bautismo es solo para la gente que pone su fe conscientemente en Jesucristo.
El bautismo de los niños no significa nada ante los ojos de Dios». Predicaron fielmente el Evangelio, y mucha gente se convirtió como resultado de su ministerio. Estos bautizados cuando niños, que posteriormente se convirtieron, demostraron la realidad de su conversión siendo rebautizados como creyentes. Los valientes predicadores que les condujeron a hacerlo fueron conocidos históricamente como anabautistas, ANA proviene del griego y significa «nuevamente».
Tanto Protestantes como Católicos les persiguieron de forma severa porque los veían como una amenaza para la base de su poder. Esa es una de las mayores tragedias de la historia de la iglesia, porque
los anabaptistas estaban manteniendo en alto las enseñanzas de la Palabra de Dios.
La gente pregunta con frecuencia: «¿Debería rebautizarme?». Si una persona no fuere bautizada conforme al Nuevo Testamento – no sumergida en agua después de comprometer la vida conscientemente a Jesucristo-, entonces necesita ser bautizada.
Cualquier otro bautismo experimentado, ya sea voluntaria o involuntariamente, no significa nada. El bautismo es únicamente para los creyentes, y debe hacerse tan pronto como sea posible después de la conversión.»
~ JOHN MACARTHUR, El Ministerio Pastoral, Ed. CLÍE, Terrassa, Barcelona, España, 2005, págs. 431-432.