EL REPOSO CRISTIANO

Dios, en Su ley, mandó que en el día séptimo de la semana se tomara como día de reposo. Esta ley, siendo de carácter moral, así como lo es la prohibición de la idolatría, el asesinato, la mentira o el adulterio, sigue aún vigente pues Cristo no vino para abolir la ley sino para darle cumplimiento. Sin embargo Dios cambió el día bajo el nuevo pacto. Esto no fue por un mero capricho sino que fue una acto de la divina Providencia bajo un argumento teológico.

Bajo el antiguo pacto los hebreos que habían recibido la ley, y que intentaban obtener la aceptación de Dios por medio de las buenas obras, tenían que descansar de ellas el último día de la semana. Aun así nunca, nadie, jamás, ha sido, es, ni será justificado ante Dios por medio de las fatigosas obras meritorias de la ley.

Por el contrario, bajo el nuevo pacto, nuestro Señor Jesucristo, siendo absolutamente justo y el único ser humano sin pecado, resucitó el primer día de la semana conocido como “domingo” y que significa día del Señor. De esta manera —mientras el pueblo del Antiguo Pacto obraba fatigosamente para terminar descansando y no alcanzar aquello por lo que luchaban— ahora el pueblo cristiano del Nuevo Pacto comienza la semana descansando sobre la obra perfecta y consumada de Cristo atestiguada por su resurrección, que les hace aceptos y justificados ante Dios el Padre para posteriormente hacer las obras que el Espíritu Santo les capacita para hacer como consecuencia de esta justificación recibida.

En conclusión podemos decir que el sabbat, o reposo cristiano, sigue vigente, pero que fue providencialmente removido bajo el argumento teológico explicado, pasando así del séptimo Día al primer día de la semana. Por este motivo vemos que los primeros cristianos, a lo largo y ancho de los escritos Neotestamentarios se reunían para la adoración comunitaria el primer día de la semana, y éste era su nuevo descanso bajo la nueva dispensación. El mensaje de Dios es que nadie puede ser justificado por sus propias obras meritorias, ni necesita descansar de ellas, sino que descansa sobre la obra de Cristo, haciéndole justo ante Dios por pura gracia y por medio de la fe en su obra expiatoria.

Igualmente podemos decir que, al igual que en el primer día de la semana de la creación Dios ordenó la aparición de la luz y la separó de las tinieblas, también ahora, bajo el nuevo pacto, en el primer día de la semana, ordenó la aparición de la luz de la resurrección de Cristo para separarla de las tinieblas de las maldiciones de la ley y traernos a su luz admirable.