Tomo el microfono en sus manos, su rostro con una expresion casi de telenovelas. Comienza la musica, y comienza algo que no se puede definir exactamente que es, si una cancion o un cuadro abstracto de Dali. La musica va por un lado y la voz trata de alcanzarla. Los jovenes empiezan a aguantar la risa, los diaconos se pasan la mano por la cabeza, los miembros del coro se ponen colorados, una señora se levanta como para ir al baño pero en realidad esa no es su necesidad, el encargado del sonido tiene los ojos fijos en el contador del cd player mirando cuanto falta para que se acabe la cancion. Por fin, termina la musica, y la voz ya habia terminado  unos segundos antes. De pronto, la cantante toma el mismo microfono que ha usado para tratar de cantar y dice: «hermanos, yo se que no canto muy bien, y he tenido algunos problemas, pero aqui estoy, dispuesta a alabar a mi Senor, y todo lo que hago lo hago con mucho amor para El, yo se que el mira el corazon, no el sonido de mi voz, amen.»

Los hermanos se miran con cierta confusion teologico-musical, pero aplauden para que no se quede ese vacio tetrico que queda despues que algo queda de esta manera.

Esto sucede en nuestras iglesias, en nuestras reuniones. Hermanos muy bien intencionados pero que no tienen aptitudes musicales. Su proposito es muy noble, pero el resultado es desastroso. La adoracion es rota por las risas y las miradas esquivas. Nadie ha cuestionado el amor que le tiene el cantante al Senor, pero el amor del Senor no arregla la entonacion musical en el cerebro del hermano.

Cualquiera sube a cantarle una cancion al Señor, sin embargo, no se le es permitido a cualquiera subirse al pulpito a dar un mensaje de la Palabra. ¿Por que? El ministerio de la alabanza es un ministerio igual que el de la predicacion, cualquiera no puede hacerlo. Todos podemos cantar al Senor, con nuestras voces, pero no todos podemos dirigir la alabanza, ni hacer especiales. Para eso hay hermanos capacitados por el Senor que deben hacerlo. Si no los hubiera, creo que hay que orar al Senor de la iglesia para que envie musicos a su iglesia, y El es fiel en suplir las necesidades de su iglesia.

Hace un tiempo estaba en calidad de predicador invitado en una iglesia, en espera de mi turno, sentado en el banco llego el tiempo de la alabanza y se subieron varios hermanos a dirigir la alabanza. Cuando comenzo la musica pude darme cuenta que el ministerio musical de esa iglesia esta en crisis total. Cuando termino, el pastor de la iglesia, que se habia dado cuenta de como habia quedado aquello por la expresion en el rostro de varios hermanos, (incluido el mio) y que el tambien formo parte del grupo de alabanza, dijo unas palabras que nuncas antes habia oido…..»Hermanos, yo se que aqui se desentona, suena muy desafinado, yo se que hay quienes lo hacen mejor…..pero aqui estan los que tienen el deseo de hacerlo, aqui estan los que quieren alabar de corazon al Senor. Esta alabanza esta fea, pero miren, Dios mira el corazon, y cuando esa alabanza pasa del techo de este templo, llega alla arriba como una bella melodia porque Dios asi la recibe……..ademas, miren, la Biblia dice: «todo lo que respira alabe al Senor»…y como yo respiro, por eso me paro aqui y canto, por eso se paran estos hermanos y cantan, porque ellos tambien respiran…..»  (mi colega trato de decir algo humoristico, pero nadie se rio) Jamas en mi vida habia escuchado algo como aquello. Parece que algunos hermanos presentes tampoco porque los vi mirando al techo a ver si habia algun dispositivo electronico para filtrar la musica. Segun esa teologia de la «respiracion» en cualquier momento en esa iglesia entra un cocodrilo, de los tantos que hay en la Florida, pide el microfono y hay que dejarlo cantar….porque el tambien respira.

Cuando de predicar se trata se busca un predicador, cuando de trabajar con niños se trata, se busca a alguien que este capacitado, ¿por que cuando se trata de la alabanza en la iglesia se deja que cualquiera lo haga?

No menospreciemos el ministerio de la alabanza en la iglesia. Demos lo mejor al Senor, porque El lo merece. No hay que ser un profesional de la musica para hacerlo, pero se necesita cierta medida de musicalidad para hacerlo bien. Hay muchas formas de mejorar nuestras aptitudes musicales, no le dejemos al Senor todo el trabajo de estar arreglando las alabanzas que llegan a El. Me despido con el texto de Salmos 33:3

«CANTADLE UN CANTICO NUEVO, HACEDLO BIEN, TAÑENDO CON JUBILO»

Anuncio publicitario