Mucho se ha hablado de Miguel Servet. Su doctrina y su muerte han sido objeto tanto de confusion como de pasion. No es mi proposito en este escrito entrar a considerar totalmente la teologia servetina, y mucho menos los detalles de su muerte en la hoguera. Traigo a consideracion en este escrito 20 objeciones que Miguel Servet expuso en contra del bautismo de los hijos de los creyentes. A estas objeciones Juan Calvino en su Institucion de la Religion Cristiana les dio respuesta. Esas respuestas son el contenido principal de este escrito. Servet fue identificado por Calvino como uno de los lideres del anabaptismo, y en sus objeciones esta contenida ampliamente la doctrina anabaptista sobre el bautismo de los niños que ha influido en muchos circulos evangelicos haciendo que estos se alejen de las Escrituras. La influencia anabaptista ha hecho que muchos creyentes esten confundidos en cuanto a la doctrina del bautismo, y es tan sutil el error, que tambien algunos sectores reformados sostienen el error anabaptista.
Paso a compartirles las 20 objeciones de Miguel Servet en contra del bautismo de infantes, las cuales fueron refutadas por Juan Calvino en su «Institucion de la Religion Cristiana» Libro IV, Capitulo XVI, 31
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31. Refutación de los argumentos de Miguel Servet
Aunque me resulta enojoso hacer un catálogo de tantos desvaríos, que podrán resultar pesados al lector, sin embargo, como Servet, uno de los jefes principales de los anabaptistas, cree que ha aportado razones decisivas contra el Bautismo de los niños, será necesario refutarlas brevemente.
1°. Pretende que los signos que Cristo ha dado, siendo perfectos, requieren que aquellos a quienes se dan sean perfectos o capaces de perfección. La solución es fácil. En vano se limita la perfección del Bautismo a un solo momento, cuando se extiende y prolonga hasta la muerte. Más aún: deja ver bien a las claras su necedad al exigir perfección en el hombre el primer día que es bautizado, cuando el Bautismo nos invita a ella para todo el tiempo de nuestra vida, avanzando en ella cada día.
2°. Objeta que los sacramentos de Jesucristo son instituidos como memorial, para que cada uno recuerde que es sepultado con Cristo. Respondo que lo que él ha inventado no necesita respuesta. Por lo demás, bien claro se ve por las palabras de san Pablo, que lo que Servet quiere atribuir al Bautismo se refiere a la Cena; es decir, que cada cual se examine (1 Cor.1l,26-28); lo cual no se dice del Bautismo. De donde concluimos que las criaturas que aún no se pueden examinar a sí mismas son justamente bautizadas.
3°. A su tercer argumento: que todo el que no cree en el Hijo de Dios permanece en la muerte, y que la ira de Dios está sobre él (Jn. 3,36); Y que por esta causa los niños, los cuales no pueden creer, están sumergidos en la condenación, respondo que Cristo no habla aquí de la culpa general que afecta a todos los hijos de Adán, sino que solamente amenaza a los que menosprecian el Evangelio; los cuales con su soberbia y obstinación menosprecian la gracia que por el Evangelio se les ofrece y presenta. Ahora bien, esto no tiene nada que ver con los niños. Además le opongo una razón contraria: que todo lo que Cristo bendice está libre de la maldición de Adán y de la ira de Dios; ahora bien, sabemos que bendijo a los niños; luego se sigue que están libres de la muerte. Cita además falsamente lo que no se lee en ningún pasaje de la Escritura: Todo el que es nacido del Espíritu oye la voz del Espíritu. Mas, aun admitiendo que se halle escrito, no podrá concluir de aquí sino que los fieles son inducidos a seguir a Dios, según el Espíritu obra en ellos. Ahora bien, es un grave defecto aplicar a todos en general lo que se dice de algunos en particular.
4°. Su cuarta objeción es que como es antes lo que es animal o sensual (1 Cor.15,46), hay que esperar un tiempo conveniente para el Bautismo, que es espiritual. Admito que todos los descendientes de Adán, siendo engendrados según la carne, tienen consigo su condenación desde el seno de su madre; sin embargo, niego que esto impida a Dios poner remedio cuando bien le pareciere. Porque Servet nunca podrá demostrar que haya un término señalado en que la renovación espiritual deba comenzar. San Pablo declara que aunque los hijos de los fieles se encuentren por su naturaleza en la misma perdición que los demás, sin embargo son santificados por gracia sobrenatural (1 Cor.7, 14).
5°. Trae después una alegoría. David, al subir a la fortaleza de Sión, no llevó consigo ciegos ni cojos, sino soldados esforzados (2 Sam. 5, 8). Mas, ¿qué respondería Servet si le opusiese la parábola en que Dios convida al banquete celestial a los ciegos y a los cojos (Lc.14,21)? Le pregunto también si los cojos y mancos habían servido primero a Dios en la guerra. De lo cual se sigue que eran miembros de la Iglesia. Pero es superfluo insistir más tiempo en esto, puesto que no es más que una falsedad que él ha inventado.
Sigue luego otra alegoría: que los apóstoles fueron pescadores de hombres (Mt.4; 19), Y no de niños. Mas yo le pregunto qué quiere decir Cristo al afirmar que en la red del Evangelio se recogen toda clase de peces (Mt.13,47). Pero como no me gusta andar jugando con alegorías, respondo que cuando se les mandó a los apóstoles predicar, no se les prohibió bautizar a los niños. Y quisiera que me dijera, puesto que la palabra griega que usa el evangelista significa toda criatura humana, por qué excluye a los niños.
6°. Dice luego que las cosas espirituales se han de acomodar a las espirituales (1 Cor. 2, 13); y que no siendo los niños espirituales no son aptos para recibir el Bautismo. Pero en primer lugar se ve claramente que retuerce perversamente el texto de san Pablo. Allí se trata de la doctrina; como los corintios se deleitaban sobremanera con sutilezas e ingeniosidades, san Pablo reprende su negligencia por tener aún necesidad de aprender los primeros rudimentos de la religión cristiana. ¿Quién se atreverá a concluir de aquí que los niños no deben ser bautizados; a los cuales, si bien engendrados según la carne, Dios los consagra y dedica a sí mismo por una gratuita adopción?
7°. En cuanto a la objeción de que si son hombres nuevos, como nosotros decimos, deben ser alimentados con un sustento espiritual, es fácil la respuesta. Los niños son admitidos en el redil de Cristo por el Bautismo, y esta marca de su adopción basta hasta que crezcan y puedan mantenerse con un alimento sólido; y por tanto, que hay que esperar al tiempo del examen que Dios exige para la Cena.
8°. Objeta luego, que Cristo convida a todos a su Cena. Pero está bien claro que Cristo admite solamente a aquellos que están ya preparados para celebrar la memoria de su muerte. De donde se sigue que los niños, a quienes ha tenido a bien recibir en sus brazos, no dejan de pertenecer a la Iglesia, aunque permanezcan en un grado inferior hasta que lleguen a la edad de la discreción.
A su réplica, que es algo monstruoso que un hombre después de haber nacido, no coma, respondo que las almas se apacientan con otro mantenimiento distinto del pan visible de la Cena; y, por tanto, que Cristo no deja de ser pan con que sustentar a los niños, aunque no reciban su señal visible: pero que respecto al Bautismo la razón es muy diferente; pues por él solamente se les abren las puertas para entrar en el gremio de la Iglesia.
9°. Objeta también que un buen mayordomo distribuye a su familia el sustento a su tiempo y sazón. De muy buen grado lo admito. Pero, ¿con qué autoridad y derecho determina un momento propio en el Bautismo, para probar que en los niños no se da el momento oportuno de recibirlo?
10°. Aduce también el mandato de Cristo a sus apóstoles de que se den prisa para la siega, pues ya los campos blanquean (Jn. 4, 35). Con esto Cristo no quiso decir otra cosa sino que, viendo los apóstoles el fruto de su trabajo, se preparasen a enseñar con alegría. ¿Quién concluirá de ahí que no hay otro tiempo conveniente y adecuado para el Bautismo que el de la siega?
11°. Su onceno argumento es que en la Iglesia primitiva todos los cristianos se llamaban discípulos (Hch. 11, 26), Y por esto los niños no pueden entrar en el número de los mismos. Pero ya hemos visto cuán neciamente argumenta elevando a ley general lo que se dice en particular. San Lucas Ilama discípulos a aquellos que habían sido instruidos y hacían profesión de cristianos, igual que en tiempo de la Ley, los judíos se llamaban discípulos de Moisés; pero ninguno concluirá de aquí que los niños eran extraños, cuando Dios había declarado que eran sus familiares, y como tales los ha considerado.
12°. Dice también que todos los cristianos son hermanos, y que si no damos la Cena a los niños, no los tenemos por tales. Pero yo vuelvo a mi principio: que no son herederos del reino de los cielos sino quienes son miembros de Cristo, y que el honrar y abrazar Cristo a los niños fue una verdadera señal de su adopción, mediante la cual los ha unido a los mayores. El que durante algún tiempo no sean admitidos a la Cena, no impide que sean verdaderamente miembros de la Iglesia. Porque el ladrón que se convirtió en la cruz no dejó de ser hermano de todos los fieles por no haber recibido nunca ]a Cena.
13°. Añade luego que ninguno es hermano nuestro sino por el Espíritu de adopción, que solamente se da por la fe (Rom. 10, 17). Respondo que no hace más que cantar siempre la misma canción, aplicando sin propósito a los niños lo que solamente está dicho de los mayores. Enseña allí san Pablo que Dios comúnmente llama a sus elegidos a la fe suscitando buenos doctores, por cuyo ministerio y diligencia les tiende la mano. Mas, ¿quién se atreverá a imponerle a Dios ley rara que no incorpore a los niños a Jesucristo por otro camino secreto?
14°. La objeción de que Cornelio fue bautizado después de haber recibido el Espíritu Santo es tan desatinada como querer convertir en regla general un caso particular. Lo cual se ve por el eunuco y los samaritanos (Hch. 8,17.38; 10,44), con los cuales Dios observó un orden diverso, queriendo que fuesen bautizados antes de recibir el Espíritu.
15°. La razón décimoquinta es bien necia. Afirma que por la regeneración nosotros somos hechos dioses; y que son dioses aquellos a quienes se ha anunciado la Palabra de Dios (Jn.10, 35), lo cual no es propio de los- niños. El atribuir la divinidad a los fieles es uno de sus desvaríos del que no quiero tratar ahora. Pero obra descaradamente al traer por los cabellos el texto del salmo, torciéndolo en otro sentido muy diferente. Cristo dice que los reyes y los magistrados son llamados dioses por el profeta, porque Dios los ha constituido en su estado y dignidad. Este sutil doctor, lo que se dice de modo especial del cargo de gobernar lo aplica a la doctrina del Evangelio, para arrojar a los niños del seno de la Iglesia.
16°. Arguye también que los niños no deben ser tenidos por hombres nuevos, pues no son engendrados por la Palabra. Pero vuelvo a repetir lo que tantas veces ,he dicho : que la doctrina del Evangelio es la semilla
incorruptible para regenerar a aquellos que son capaces de recibirla; pero en cuanto a los que por su edad no son capaces de ser enseñados, Dios tiene sus medios y caminos para regenerarlos.
17°. Vuelve luego a las alegorías: que los animales bajo la Ley no fueron ofrecidos de recién nacidos (Éx.12, 5). Si es lícito traer así figuras a nuestro talante, podría replicarle que todos los primogénitos eran consagrados a Dios apenas salían del vientre de sus madres (Éx. 13,2). De donde se sigue que para santificar a los niños no debemos esperar a que lleguen a ser adultos, sino que deben ser dedicados y ofrecidos desde su nacimiento.
18°. Porfía también diciendo que ninguno puede llegar a Cristo si no ha sido preparado por el Bautista. Como si el oficio de san Juan no hubiera sido temporal. Pero aun dado esto, afirmo que tal preparación no tuvo lugar en los niños que Cristo abrazó y bendijo. Por tanto no hagamos caso de ella, ni de su falso principio.
19°. Finalmente cita en defensa suya a Mercurio Trismegisto* y las Sibilas, según los cuales las abluciones sagradas no convienen sino a personas de edad. He aquí en qué estima y reverencia tiene el Bautismo de Cristo, que quiere regulado conforme a los ritos profanos de los paganos, de tal manera que sea administrado como lo prescribe Trismegisto, discípulo de Platón. Pero la autoridad de Dios debe ser para nosotros de mayor estima; y a El le ha placido dedicar a sí mismo los niños, santificándolos con una señal solemne, cuya virtud aún no entienden. y no creemos lícito tomar de las explicaciones de los gentiles cosa alguna que mude o altere en nuestro Bautismo la inviolable y eterna Ley de Dios, que Él ordenó en la circuncisión.
20°. Como conclusión argumenta de esta manera: si es lícito bautizar a los niños que carecen de entendimiento, también será válido el Bautismo que dan los niños cuando juegan. Respecto a esto que se las entienda con Dios, quien ordenó que la circuncisión se aplicase lo mismo a niños que a mayores. Y si tal ha sido el mandato de Dios, será un miserable quien bajo tal pretexto quiera trastocar la santa e inviolable institución que Dios ha ordenado. Pero no hay que maravillarse de que tales espíritus malvados, como arrebatados de un frenesí, profieran absurdos tan enormes para mantener sus errores, ya que Dios castiga justamente su soberbia y obstinación con tal locura.
Me parece que he demostrado con suficiente evidencia cuán débiles son las razones con que Servet ha querido ayudar a sus compañeros los anabaptistas.«]
Nota explicativa: Hermes Trismegisto *, expresion que significa «Mercurio el tres veces grande». A este Trismegisto se le atribuian un gran numero de libros neoplatonicos, libros «hermeticos» contra los cuales lucharon los Padres de la Iglesia. Clemente de Alejandria cita 42 libros atribuidos a Hermes Trismegisto. Calvino tambien lo menciona como uno de los discipulos de Platon.
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Antes de despedirme de mis hermanos, quisiera concluir diciendo que muchos hemos recibido el error de estas objeciones, y muchos años las hemos defendido y sostenido, pero cuando la luz de la Palabra de Dios ilumina nuestra mente, nuestro espiritu no puede quedar tullido, y nuestra voluntad no debe dejarse arrastrar por tradiciones historicas o denominacionales. Nuestro ser entero se debe a la Palabra de Dios, no podemos estar divididos.
La polemica en torno al bautismo de los hijos de los creyentes nacidos en la iglesia todavia perdura, pero el testimonio de la doctrina biblica no esta puesto en oculto, anda por nuestras plazas, toca a nuestras puertas, se sienta en las sillas de nuestras aulas de Escuela Dominical, alza su voz desde los pulpitos. Aun cuando muchos lo nieguen, y aun hasta lo vean como algo contra Dios, en la Biblia esta que Dios mismo fue quien dijo en su Pacto que El seria DIOS NUESTRO Y DE NUESTRA DESCENDENCIA. Dios ha sido fiel a su Pacto y aun cuando lo rechazemos, El bendice a nuestros hijos. Aun cuando nosotros les privemos de la bendicion que le ha sido dada por Dios, El los ve como santos en virtud de Su Pacto.
Aun cuando no lo entendamos, Dios hizo su pacto con nosotros y con nuestra descendencia, advirtiendonos con eso, QUE NOSOTROS NO SOMOS LOS QUE PONEMOS NUESTROS HIJOS EN EL, SINO QUE ES EL QUIEN PONE SUS HIJOS EN NUESTRA DESCENDENCIA, Y POR ESO MANDO A CIRCUNCIDARLOS A TODOS, Y AHORA A BAUTIZARLOS A TODOS, PORQUE TODOS SON BENDECIDOS EN EL PACTO. Lo entendamos o no, DIOS NOS ENSEÑA QUE LA DESCENDENCIA ESPIRITUAL DE JACOB E ISAAC COMPARTE LA BENDICION DEL PACTO JUNTO CON LA DESCENDENCIA CARNAL DE ESAU E ISMAEL. Los primeros reciben bendicion eterna, los segundos reciben bendiciones temporales, pero ambos son bendecidos en el Pacto. Nuestra objecion como humanos es que no puede ser posible que alguien no sea de Dios y reciba la señal de su Pacto, pero Dios piensa diferente a nosotros, y ha querido bendecir tanto a Ismael como a Isaac. Le corresponde solo a El la bendicion eterna, nosotros no podemos exigirla.
El anabaptismo nos ha enseñado a quitar y rechazar la bendicion de Ismael y de Isaac, aun cuando Dios ha querido bendecirlos a los dos.
Como dice un amigo mio, «si mis hijos son mios, y yo soy de Dios, ¿de quienes son mis hijos?»….claro mi amigo, son de Dios, hasta que El diga lo contrario.
SOLI DEO GLORIA!!!
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