leprososErase una vez diez leprosos. De los diez, uno solo regreso. No tenían lepra en su piel, sino en sus mentes. Por eso fueron etiquetados como «leprosos», y por eso fueron expulsados. El nombre de su lepra: CALVINISMO.

Corría el año 1998, la visita del papa a Cuba tenia a todo el país con una expectativa general. Mientras el papa-móvil se deslizaba por los caminos «autorizados», esto sucedía paralelamente en el Seminario Bautista de la Habana. Si fuéramos a escribir un titular de la noticia para un periódico seria: «SEMINARIO BAUTISTA EXPULSA DIEZ DE SUS ESTUDIANTES POR CALVINISTAS»

No salio por los periódicos, Juan Pablo II no se entero, en la Alianza Mundial Bautista no lo supieron, pero si sucedió.

Eran diez estudiantes del Seminario Bautista de la Habana. Estaban en diferentes años de sus estudios, eran de diferentes pueblos, algunos de ellos habían renunciado a sus estudios seculares, o a sus carreras profesionales con el propósito de ir a prepararse para el pastorado. Una cosa los unía: su deseo de aprender y servir al Senor. Por las noches, después de las clases, se reunían en el cuarto de algunos de ellos y juntos se ponían a hablar de las doctrinas de la Gracia, o doctrinas Calvinistas. En esas charlas muchos aprendían, otros aclaraban dudas. Varios de ellos tenían ya solidez en sus conceptos de la doctrina calvinista.

Mientras ellos charlaban y discutían la doctrina, no se dieron cuenta que Judas estaba allí  agazapado en un rincón escuchando todo, y rechinando sus dientes por la envidia de ver como muchos de aquellos jóvenes le superaban en conocimientos, en expresión verbal, en dominio de las Escrituras, en locuacidad. Judas se hacia pasar por uno mas, pero el no estaba allí para aprender calvinismo sino para abonar su envidia, su resentimiento, sus ansias de sobresalir. De vez en cuando aportaba algo para así pasar inadvertido, y volver la noche siguiente. Judas no tenia buenas intenciones. Judas era el traidor. Mientras aquellos jóvenes estudiantes se preparaban para su misión de evangelistas, maestros y pastores, Judas tenia otro tipo de «misión».

Judas no podía soportar mas aquello, sus entrañas ya reventaban de la envidia, en su mente ya tenia elaborado un plan y se dirigió a la oficina del Rector del Seminario. Allí puso al tanto al Rector de que «… hay un grupo de alumnos calvinistas en este Seminario, están trayendo ideas extrañas,  están enseñando predestinación y calvinismo por las noches en los dormitorios…» Del Rector paso al claustro de profesores, y así comenzó la cacería de brujas dentro del plantel. Judas siguió adelante con su «misión», continuo instigando a los profesores, siguió distorsionando la verdad con el solo propósito de ser tomado en cuenta como un «…alumno celoso de la doctrina….»,  que su nombre al menos se pronunciara dentro de aquellas aulas y ademas, creando conflictos en la Loma de Chaple, porque encima de Judas, había uno «mas grande» que el. Solo faltaba el beso de Judas. Le pidieron los nombres y el los dio.

Los diez alumnos fueron citados a un concilio. Allí se les interrogo, se les hicieron preguntas doctrinales. La Inquisición salio de su tumba y desplegó sus banderas en la Loma de Chaple. Ellos se mantuvieron firmes. Ellos testificaron lo que creían. Ellos no estaban haciendo nada malo. Algunos de ellos ya estaban en el ultimo año de los estudios teológicos, otros en tercer año, y el resto en segundo y primero. En el concilio que la Inquisición levanto contra aquellos diez jóvenes calvinistas se puso al desnudo una gran verdad: muchos de aquellos jóvenes sabían mas doctrina y dominaban mas las Escrituras que algunos de los profesores que los estaban juzgando. La Inquisición hace concilios, juzga, condena, expulsa a los leprosos, pero no sabe nada de lepra.

El veredicto: quedan expulsados del Seminario por ideas calvinistas, «…ajenas a nuestra doctrina».

Todos se fueron. Hicieron sus maletas con lagrimas en los ojos. Empaquetaron deseos, sueños. Nadie hablaba. Judas desde su rincón esbozaba una sonrisa al ver los resultados de su plan. Fueron expulsados por «leprosos». Se fueron tristes, sin saber que camino tomar ahora, sus brújulas estaban dislocadas,…..pero con la satisfacción que da el ser fiel a sus convicciones.

Casi con exacto cumplimiento bíblico, a la semana siguiente, uno de los «leprosos»  regreso. Fue de los que estaban en cuarto año. Pidió que la Inquisición se volviera a reunir para escuchar su retractación. Allí, delante de los Inquisidores se retracto de lo que había sostenido en el primer concilio. Dijo que lo habían «envuelto» en aquella otra doctrina, pero que a el en realidad no le gustaba. ¿La sana doctrina se mide por el gusto? Fue felicitado por la Inquisición. Fue recibido de nuevo en el Seminario para terminar sus estudios. Este «leproso» regreso, pero no para agradecerle al Señor, sino para retractarse.

Ahora, al pasar el tiempo, los «leprosos» están predicando el evangelio, sirviendo al Señor de diferentes maneras, algunos abrieron nuevas iglesias que se mantienen alumbrando a los hombres.

Judas termino sus estudios, cumplió la «misión» que le fue encomendada, fue felicitado como un cristiano «celoso de la doctrina» (¿cual doctrina? me pregunto yo….) comenzó su pastorado…, pero… fue sorprendido haciendo algo no muy «doctrinal» y fue separado del ministerio por la misma Inquisición que un día le dio palmaditas en la espalda. No fue la Inquisición, fue el Señor que no le gusta poner sus ovejas en manos de Judas.

Estuve cerca de todo este suceso. Me di cuenta que todavía había hombres con principios, con convicciones, que no venden sus conciencias a un status quo. Tambien me di cuenta que muchos profesores de Seminario necesitan estudiar mas que es el Calvinismo, o sea, en este caso, necesitaban saber mas sobre «lepra». Me di cuenta que muchos profesores de Seminario necesitan primero saber que es lo que creen antes de pararse delante de un aula a «enseñar». Me di cuenta que la Inquisición debía haber ido a las charlas nocturnas en los dormitorios antes de hacer concilios, emitir  juicios y lanzar veredictos. Y mas aun, me di cuenta, que todavía hoy el «Sanedrin» hace negocios con Judas.

Solo una pregunta de las tantas que me hice, quedo sin respuesta. ¿Como es posible que ese Seminario expulse a diez de sus estudiantes por calvinistas, cuando el Rector anterior era calvinista? La Inquisición nunca pudo salir de su tumba ni desplegar sus banderas en la Loma de Chaple mientras Luis Manuel Gonzalez Peña fue el Rector del Seminario.

Antes de cerrar el libro, quiero decirles que lo mas que me impacto de este suceso fue ver con mis ojos en el tiempo, como Dios honra a quienes le honran, y como Su Justicia alcanza a quienes no obran de acuerdo a lo que se espera de un cristiano. Y sobre todo, que el Señor no pone sus ovejas en manos de Judas.

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