martinluteroHoy 31 de octubre, mientras algunos estan preparando sus disfraces de Halloween, tambien se cumplen 491 años de la Reforma religiosa mas grande que ha tenido la iglesia. El 31 de octubre de 1517, cuando los habitantes de Wittenberg se levantaron dispuestos a celebrar el dia de los «Fieles difuntos», vieron clavado en la puerta de la iglesia un papel con 95 declaraciones de tema religioso. Era el contenido de la conciencia de Martin Lutero, que alumbrado por el Espiritu Santo a traves de la Palabra de Dios denunciaba en sus dias las practicas y doctrinas de la iglesia que no estaban en armonia con la Escritura. Comenzaba la Reforma.

Hoy, mientras algunos preparan sus mascaras para asustar a otros con sus grotescos disfraces, yo recuerdo admirado la valentia de ese hombre que abrio el camino de la libertad religiosa que tenemos, hizo reconocer el sacerdocio universal del creyente que por el sacrificio de Cristo no se necesita ningun intermediario humano para llegar a Dios, saco del ostracismo la Palabra de Dios permitiendo su traduccion a todos los idiomas para que el hombre comun la pudiera leer, hizo reconocer ante el mundo que el unico que puede perdonar pecados es Dios, no ningun hombre.

Hoy, mientras muchos celebran la muerte, yo quiero celebrar la vida, porque la Reforma religiosa que inicio Lutero le dio vida a la iglesia.

¡Hmmmm….! Pensandolo bien, yo tambien quisiera disfrazarme en Halloween, si…..de Martin Lutero, y tambien clavar 95 tesis en la puerta de alguna iglesia de por aca. Aun sin hacerlo, ya he visto la «hoguera» preparada para quemarme.

Termino con la oracion final que escribio Martin Lutero al finalizar sus 95 tesis, muestra de la humildad y la dependencia de Dios de este gran reformador.

«Señor Dios, Tú me has puesto en tarea de dirigir y pastorear la Iglesia. Tú ves cuán inepto soy para cumplir tan grande y difícil misión, y si yo lo hubiese intentado sin contar contigo, desde luego lo habría echado todo a perder. Por eso clamo a Ti. Gustoso quisiera ofrecer mi boca y disponer mi corazón para este menester. Deseo enseñar al pueblo, pero también quiero por mi parte aprender yo mismo continuamente y manejar Tu Palabra, habiéndola meditado con diligencia. Como instrumento Tuyo utilízame. Amado Señor, no me abandones en modo alguno, pues donde yo estuviera solo, fácilmente lo echaría todo a perder.

Amen.»

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