Son frases cortas, a veces párrafos enteros dichos por significativos siervos de Dios, al menos lo son para mi. Fueron seleccionadas y copiadas, de varios de mis libros, o en conversaciones privadas como el caso del pastor Juan Sanabria. Les comparto tan siquiera un atisbo del legado doctrinal de estos hombres el cual ha sido usado por Dios para llevarme a comprender lo que no entendia. Hay mas, pero el tiempo y el espacio atentan contra mi deseo de compartir este tesoro. Quiera Dios usar este legado de fe para testificar de las doctrinas de la Gracia en sermones, estudios, o conversaciones personales, y para que otros hermanos puedan comprender muchas de las verdades contenidas en el verdadero evangelio, el único evangelio, el evangelio de la Gracia de Dios.
En el amor de Cristo,
Felipe. «Escogido por Gracia»
SOLI DEO GLORIA!!
Juan Calvino. (10 de julio de 1509 – 27 mayo de 1564)
«…el Bautismo no nos promete más purificación que la que se hace por el derramamiento de la sangre de Cristo, la cual está figurada en el agua, por la semejanza que tiene con ella de limpiar y lavar. ¿Quién, pues, podrá decir que somos lavados con esta agua, la cual evidentemente atestigua que nuestra verdadera y única aspersión es la sangre de Cristo? (1 Pe. 1,2).’ Y así, de ninguna otra cosa se puede tomar un argumento mejor y más sólido para refutar la fantasía de esta gente que todo lo refiere a la virtud del agua, que del significado mismo del Bautismo, el cual nos aparta tanto del elemento visible que contemplamos con nuestros ojos corporales, como de cualquier otro medio de conseguir la salvación, para llevar nuestras almas a Cristo sólo.» Institución. IV, XV (Tratando el tema del Bautismo.)
«A este respecto hemos de saber que en cualquier tiempo en que seamos bautizados, somos lavados y purificados de una vez para toda la vida.» (Idem.)
«Por tanto, no hay duda alguna de que los fieles durante todo el curso de su vida, siempre que los atormenta la conciencia de sus pecados, han de renovar el recuerdo de su Bautismo, para confirmarse de este modo en la confianza de aquel único y perpetuo lavamiento que tenemos en la sangre de Cristo.» (Idem.)
«¿Qué quiso, entonces, decir Juan, al afirmar que él ciertamente bautizaba en agua, pero que luego vendría Cristo, que bautizaría en Espíritu Santo yen fuego? (Mt. 3, 11). En pocas palabras se puede solucionar esta duda diciendo que no pretendió establecer diferencia alguna entre uno y otro Bautismo, sino que compara su persona con la de Cristo, afirmando de si mismo que era ministro del agua, mas que Cristo daba el Espíritu Santo, y que había de manifestar esta virtud con un milagro visible el día que enviara el Espíritu Santo a los apóstoles en forma de lenguas de fuego. ¿Qué más pudieron atribuirse los apóstoles? ¿Qué más pueden atribuirse los que bautizan hoy día? Porque ellos son solamente ministros del signo exterior; pero Cristo es el autor de la gracia interior; como los mismos antiguos enseñan a cada paso, y especialmente san Agustín, quien se apoya contra los donatistas en que, sea quien fuere el que bautiza, sin embargo el que preside es Cristo.» (Idem.)
«…todos aquellos que están vestidos de la justicia de Dios, son a la vez regenerados en el espíritu; y que en el Bautismo tenemos las arras de esta regeneración (Rom. 6,3 ss.).» (Idem)
«…ya no hay condenación alguna para los que están en Cristo Jesús (Rom.8, 1); con lo cual enseña, que aquellos que el Señor recibió una vez en su gracia los injerta en la comunión de Cristo, y por el Bautismo los introduce en la compañía de la Iglesia, cuando perseveran en la fe en Cristo, aunque estén cercados por el pecado; y aunque lo lleven en si mismos, sin embargo están libres de la culpa y de la condenación. Si ésta es la verdadera interpretación de san Pablo, nadie debe pensar que enseñamos una doctrina nueva.» (Idem.)
«De esta manera el Bautismo sirve de confesión delante de los hombres. Porque es una nota con la que públicamente profesamos que queremos ser contados en el número del pueblo de Dios; con lo cual testificamos que convenimos con todos los cristianos en el culto de un solo Dios y en una religión; con la cual, finalmente afirmamos públicamente nuestra fe, de tal manera que no solamente nuestros corazones, sino nuestra lengua y todos los miembros de nuestro cuerpo entonan de todos los modos posibles alabanzas a Dios.» (Idem.)
«El error de los donatistas se pone muy bien de manifiesto con esto, ya que ellos median la virtud y eficacia del sacramento por la dignidad del ministro. Así hacen también actualmente los anabaptistas, quienes niegan que hayamos sido bautizados, porque nos ha bautizado gente impía e idólatra en el reino del Papa. Por ello furiosamente quieren forzarnos a que nos volvamos a bautizar. Contra tales despropósitos nos sirve de firme argumento considerar, que no somos bautizados en nombre de ningún mortal, sino en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo (Mt. 28, 19); y, por tanto, que e Bautismo no es del hombre, sino de Dios, sea quienquiera el que lo administra. Por más ignorantes e impíos que hayan sido los que nos bautizaron, sin embargo no lo hicieron en la comunión de su ignorancia e impiedad, sino en la fe de Jesucristo. Porque ellos no invocaron su nombre, sino el de Dios, y no nos bautizaron en nombre de ninguno otro. Ahora bien, si el Bautismo era de Dios, tuvo sin duda alguna encerrada en si mismo la promesa de la remisión de los pecados, la mortificación de la carne, la vivificación espiritual y la participación de Cristo. Del mismo modo, en nada perjudicó a los judíos el ser circuncidados por sacerdotes impíos y apóstatas; no por ello el signo de Dios fue dado inútilmente, do manera que fuese necesario reiterarla, sino que les bastó volver a su puro origen.» (Idem.)
«Objetan que si una criatura muere sin el Bautismo no sería partícipe de la gracia de la regeneración. A esto respondo que no hay temor de que así suceda. Porque Dios mismo dice que adopta a nuestros hijos y los tiene por suyos antes de que nazcan, al decir que será el Dios de nuestra descendencia después de nosotros (Gn. 17,7). En estas palabras se apoya y queda comprendida la salvación de nuestra descendencia; y se haría gran injuria a Dios, si se negase que su promesa es suficiente para llevar a cabo lo que contiene.» (Idem)
«Cuando el Señor ordena la circuncisión a Abraham, se sirve de estas palabras: que quiere ser su Dios y el Dios de su descendencia (Gn. 17,7-10), declarándose Todopoderoso, y mostrando que en Él se da la abundancia y plenitud de todos los bienes, para que Abraham comprenda que todos sus bienes proceden de Él.» Institucion. IV, XVI (Tratando sobre el Bautismo de los hijos de los creyentes)
«Concluimos, pues, de esto, que los padres tuvieron en la circuncisión la misma promesa espiritual que nosotros poseemos ahora en el Bautismo; y que significaba la remisión de los pecados, y la mortificación de la carne para vivir en justicia. Además, según lo hemos enseñado, Cristo es fundamento del Bautismo, en el que ambas cosas residen; e igualmente lo es de la circuncisión. Porque Él es el que fue prometido a Abraham, y en Él, la bendición de todas las gentes (Gn.12,2); como si el Señor dijera que toda la tierra, en sí maldita, recibiría la bendición por Él; en confirmación de lo cual se les da la circuncisión como un sello.» (Idem.)
«Por consiguiente, se sigue que no hay diferencia alguna entre el bautismo y la circuncisión en cuanto al misterio interno, en lo cual consiste toda la sustancia de los sacramentos, según hemos demostrado. La única diferencia se refiere a las ceremonias externas, que es lo menos importante en los sacramentos, puesto que la consideración principal depende de la Palabra y de la cosa significada y representada. Podemos, pues, concluir que todo cuanto pertenece a la circuncisión pertenece también al Bautismo, excepto la ceremonia externa y visible.» (Idem.)
«Al ordenar el Señor antiguamente la circuncisión para los niños, demostró claramente que los hacía partícipes de todo cuanto en ella les representaba. Pues de otra manera habría de decirse que tal institución no había sido más que mentira, falsedad y engaño; sólo pensar lo cual es un horrible pecado. El Señor dice expresamente que la circuncisión que se administra al niño le servirá de confirmación del pacto que hemos expuesto. Si, pues, el pacto permanece siempre el mismo, es del todo cierto que los hijos de los cristianos no son menos partícipes de él, que lo fueron los de los judíos en el Antiguo Testamento.» (Idem.)
«Si se trata de establecer diferencia: entre el signo visible y la Palabra, ¿cuál de estas dos cosas ha de ser tenida en mayor estima? Evidentemente, dado que el signo sirve a la Palabra, bien claro se ve que es inferior a ella; y puesto que la Palabra del Bautismo conviene a los niños, ¿por qué quitarles el signo, que depende de la Palabra? Si no hubiese más razón que ésta, sería suficiente para cerrar la boca a todos los que defienden una opinión contraria.» (Idem.)
«La objeción de que había un día señalado para la circuncisión (Gn. 17,12; 21,4), no viene a propósito. Es verdad que el Señor no nos ha obligado a ciertos días, como lo hizo con los judíos; pero dejándonos en libertad en cuanto a esto, nos ha declarado, sin embargo, que los niños deben ser solemnemente recibidos en su pacto. ¿Queremos algo más que esto?» (Idem.)
«Así como los hijos de los judíos fueron llamados linaje santo, por ser herederos de este pacto, y se les separaba de los hijos de los infieles y de los idólatras; así del mismo modo los hijos de los cristianos son llamados santos, aunque no sean engendrados más que de padre o de madre fiel, y son diferenciados de los otros por el testimonio de la Escritura (1 Cor. 7,14); Ahora bien, el Señor, después de haber establecido este pacto con Abraham, quiso que fuera sellado en los niños con el sacramento visible y externo (Gn.17, 12).¿Qué excusa, pues, podemos alegar nosotros para no atestiguarlo y sellarlo actualmente lo mismo que lo era entonces? Y no pueden replicar que el Señor no ha instituido ningún otro sacramento para testificar este pacto, sino el de la circuncisión, que ya está abolido. A esto puede responder muy fácilmente que el Señor instituyó la circuncisión en aquel tiempo para confirmar su pacto, y que al ser abolida la circuncisión, sin embargo permanece siempre,en pie la razón de confirmar el pacto; pues nos conviene tanto a nosotros como a los judíos.» (Idem.)
«Así pues, debemos considerar siempre diligentemente aquello en que convenimos con ellos, y en lo que nos diferenciamos. Convenimos en el pacto y en el motivo de confirmarlo; nos diferenciamos solamente en la manera. Ellos tienen la circuncisión para confirmación; nosotros tenemos en su lugar el Bautismo. Porque de otra manera, la venida de Cristo habría sido causa de que la misericordia de Dios no se hubiera manifestado a nosotros tanto como a los judíos, si el testimonio que ellos tenían para sus hijos se nos hubiera quitado a nosotros.» (Idem.)
«Si es razonable llevar los niños a Cristo, ¿por qué no lo será también admitirlos al Bautismo, que es la señal exterior mediante la cual Jesucristo nos declara la comunión y sociedad que con Él tenemos? Si el reino de los cielos les pertenece, ¿cómo negarles la señal por la que se nos abre como una entrada en la Iglesia, para que ingresando en ella seamos declarados herederos del reino de Dios? ¿No seríamos muy perversos, si arrojásemos fuera a quienes el Señor llama a sí? ¿Si les quitásemos lo que Él les da? ¿Si cerrásemos la puerta a quienes Él la abre? Y si se trata de separar del Bautismo lo que Jesucristo ha hecho, ¿qué es más importante, que Cristo los haya recibido, haya puesto las manos sobre ellos en señal de santificación, haya orado por ellos, demostrando así que son suyos; o que nosotros testifiquemos con el Bautismo que pertenecen a su pacto?» (Idem.)
«…¿qué pueden decir contra el Bautismo, que no se pueda también aplicar a la circuncisión? De esta manera castiga Dios la arrogancia de los que condenan en seguida todo lo que no pueden comprender con su sentido carnal.» (Idem.)
«Porque la señal que Dios comunica a los niños, confirma, como si fuese ratificada con un sello, la promesa que el Señor ha hecho a los suyos, que Él será su Dios y el de su descendencia por mil generaciones. En lo cual primeramente brilla la bondad de Dios para glorificar y ensalzar su nombre; y, en segundo lugar, para consolar al hombre fiel y darle mayor ánimo para entregarse totalmente a Dios, al ver que no solamente se preocupa de él, sino también de sus hijos y su posteridad. Y no se puede decir que la promesa bastaría para asegurar la salvación de nuestros niños. Porque otro ha sido el pensamiento de Dios, que conociendo la flaqueza de nuestra fe, la ha querido fortalecer. Por tanto, todos los que con plena confianza descansan en la promesa de que Dios quiere hacer misericordia a su descendencia, deben presentar a sus criaturas para recibir el signo de la misericordia; y con ello consolarse y corroborar su fe, al ver con sus mismos ojos la alianza del Señor sellada en el cuerpo de sus hijos.» (Idem.)
«El provecho que los niños reciben es que la Iglesia, reconociéndolos como miembros suyos, los tiene en mayor estima; y ellos; al ser mayores tienen ocasión de inclinarse más al servicio de Dios, que se les ha manifestado como Padre antes de que tuviesen entendimiento para comprenderlo, recibiéndolos en el número de los suyos desde el seno mismo de su madre. Finalmente, debemos siempre temer que, si menospreciamos marcar a nuestros hijos con la señal del pacto, el Señor nos castigue por ello (Gn.17,14); porque al hacerlo así renunciamos al beneficio y a la merced que nos ofrece.» (Idem.)
«…el Bautismo ha sucedido a la circuncisión, puesto que el Bautismo significa para los cristianos lo mismo que la circuncisión significaba para los judíos.» (Idem.)
«Porque así como san Pablo afirma en cierto lugar que los judíos son santificados por ser de la raza de Abraham, así también en otro pasaje declara que los hijos de los cristianos son ahora santificados por sus padres (1 Cor. 7,14); y, por tanto, deben ser diferenciados de los otros, que permanecen todavía en su impureza. » (Idem.)
«Permanezcamos, pues, firmes en que el Señor es tan bueno y munífico* con los suyos, que no solamente los tiene a ellos por pueblo suyo, sino también a sus descendientes por causa de ellos.» (Idem.)
*Munifico = accion de tener munificencia, esto es, generosidad esplendida proveniente de un rey (Aclaracion mia)
«Finalmente alegan que si nosotros tomamos la circuncisión por fundamento del Bautismo, no deberíamos bautizar a las niñas, puesto que solamente los niños se circuncidaban. Pero si consideran debidamente el significado de la circuncisión, no podrán decir esto. Porque siendo así que el Señor con este signo demostraba la santificación de la posteridad de Israel, es del todo cierto que ella servía lo mismo para las niñas que para los niños; pero la señal no se les aplicaba a ellas porque su sexo no la admitía. Y así el Señor, al ordenar que los varones fuesen circuncidados, en ellos comprendía también al sexo contrario, que al no poder recibir la circuncisión en su propio cuerpo, participaba en cierto modo de la circuncisión de los varones.» (Idem.)
«Les parece también que tienen razón sobrada para que no sean bautizados los niños, por el hecho de que no tienen uso de razón para comprender el misterio que en él es representado; a saber, la espiritual regeneración, de la cual los niños no son capaces. De ahí concluyen que se les debe dejar como a hijos de Adán, hasta que hayan llegado a una edad en que sean capaces de esta regeneración.
Pero la verdad de Dios es muy contraria a todo esto. Porque si se les debe dejar como a hijos de Adán, se les deja en la muerte; pues en Adán no hay más que muerte. Cristo, por el contrario, manda que los lleven a Él (Mt.19, 14). ¿Por qué? Porque Él es la vida. Quiere, pues, hacerlos compañeros suyos, para vivificarlos. Pero éstos luchan contra su voluntad, diciendo que permanezcan en la muerte. Porque, si piensan que los niños no se pierden por ser hijos de Adán, su error es ampliamente refutado por el testimonio de la Escritura. Al decir que todos mueren en Adán (1 Cor.15,22), se sigue que no hay esperanza alguna de vida sino en Cristo.» (Idem).
«… tengamos por cierto que el Señor no saca de esta vida a ninguno de sus elegidos sin santificarlo y regenerarlo primero con su Espíritu.» (Idem.)
«Que pregunten, pues, a Dios, por qué hacía que se aplicara a los niños; porque es la misma razón en el Bautismo que en la circuncisión. Si la circuncisión no se les dio a los niños sin motivo, tampoco ahora se les dará el Bautismo. Si se acogen a los subterfugios que suelen, a saber: que los niños han figurado a los que verdaderamente son niños en espíritu y en regeneración, ya se les ha cerrado esta puerta.
Lo que nosotros decimos es, pues, esto: que si el Señor ha querido que la circuncisión – aunque era sacramento de fe y de penitencia – fuese comunicada a los niños, no hay inconveniente alguno en que lo sea también ahora el Bautismo; a no ser que estos calumniadores quieran acusar a Dios por haberlo así ordenado. Pero la verdad, sabiduría y justicia de Dios brilla en todas sus obras para confundir la locura, mentira y maldad. Porque aunque los niños no comprendían lo que la circuncisión significaba, sin embargo no dejaban de ser circuncidados en su carne para mortificación interna de su naturaleza corrompida, para que meditasen en ello cuando la edad se lo permitiese.» (Idem.)
«En resumen, esta objeción se soluciona en una palabra diciendo que son bautizados en la penitencia y en la fe futuras; de las cuales, aunque no vean cuando son bautizados apariencia alguna, sin embargo la semilla de ambas por una oculta acción del Espíritu Santo queda plantada.
De esta manera se responde a todos los textos referentes al Bautismo, cuyo significado retuercen contra nosotros. Así, de que san Pablo lo llama lavamiento de la regeneración y de renovación (Tit. 3, 5) concluyen que el Bautismo solamente se debe dar al que es capaz de ser regenerado y renovado; a lo cual les replicamos que la circuncisión es señal de regeneración y renovación, luego no se debía dar sino a los que eran capaces de la regeneración que significaba; de ser verdad lo cual, la ordenación de Dios de circuncidar a los niños seria frívola e Irrazonable. Por consiguiente, todas las razones que aducen contra la circuncisión en nada dañan al Bautismo.» (Idem.)
«¿Por qué Abraham no recibe la señal sino después de haber creído, y en cambio su hijo Isaac la recibe antes de poder comprender lo que hacía? Porque el hombre, estando ya en la edad del discernimiento, antes de ser hecho partícipe del pacto debe saber primero qué es y en qué consiste. En cambio, el niño engendrado por este hombre, siendo heredero del mismo pacto por sucesión, conforme a la promesa hecha al padre, con todo derecho es capaz del signo, aunque no comprenda lo que el mismo significa. O para decirlo más clara y brevemente, como el hijo del creyente participa del pacto de Dios sin entenderlo, no se le debe negar el signo; pues es capaz de recibirlo sin necesidad de comprenderlo. Ésta es la razón por la que Dios dice que los hijos de los israelitas son sus hijos, como si Él los hubiese engendrado (Ez.16,20; 23,37), pues sin duda alguna Él se considera Padre de todos aquellos a quienes ha prometido ser Dios de los mismos y de su descendencia. En cambio, el que nace de padres infieles no es contado en el pacto hasta que por la fe Se une con Dios. No es, pues, de extrañar que no se le dé el signo; pues de hacerlo se le daría en vano. Por eso dice san Pablo que los gentiles estaban durante el tiempo de su idolatría sin pacto (Ef. 2,12).» (Idem.) (Subrayado mio, para destacar importancia)
«…las personas mayores que abrazan la fe en Cristo no deben ser aceptadas para recibir el Bautismo antes de tener fe y penitencia, pues éstas solamente pueden abrir la puerta para entrar en el pacto. Mas los niños que sean hijos de cristianos, a los cuales les pertenece el pacto por herencia en virtud de la promesa; por esta sola razón son aptos para ser admitidos al Bautismo.» (Idem.)
«Lo primero es que se acuerden que cuando quieren saber los secretos de la predestinación, penetran en el santuario de la sabiduría divina, en el cual todo el que entre osadamente no encontrará cómo satisfacer su curiosidad y se meterá en un laberinto del que no podrá salir.» (Institucion, III, XXI, tratando el tema de la Eleccion y la Predestinacion)
«Nadie que quiera ser tenido por hombre de bien y temeroso de Dios se atreverá a negar simplemente la predestinación, por la cual Dios ha adoptado a los unos para salvación, y a destinado a los otros a la muerte eterna; pero muchos la rodean de numerosas sutilezas; sobre todo los que quieren que la presciencia sea causa de la predestinación. Nosotros admitimos ambas cosas en Dios, pero lo que ahora afirmamos es que es del todo infundado hacer depender la una de la otra, como si la presciencia fuese la causa y la predestinación el efecto. Cuando atribuimos a Dios la presciencia queremos decir que todas las cosas han estado y estarán siempre delante de sus ojos, de manera que en su conocimiento no hay pretérito ni futuro, sino que todas las cosas le están presentes; y de tal manera presentes, que no las imagina con una especie de ideas o formas
— a la manera que nos imaginamos nosotros las cosas cuyo recuerdo retiene nueStro entendimiento —, sino que las ye y contempla como si verdaderamente estuviesen delante de El. Y esta presciencia se extiende por toda la redondez de la tierra, y sobre todas las criaturas.» (Idem.)
«Y así como el Señor señala a aquellos que ha elegido, llamándolos y justificándolos; así, por el contrario, al excluir a los réprobos del conocimiento de su nombre o de la santificación de su Espíritu, muestra con estas señales cuál será su fin y qué juicio les está preparado.» (Idem.)
«… el Señor no fue hecho Hijo de Dios por vivir rectamente, sino que gratuitamente se le ha dado esta honra y dignidad, a fin de que El hiciese partícipes de estas mercedes a los demás.» (Cap. XXII, tratando el mismo tema de la Predestinacion)
«Podemos, pues, concluir con toda seguridad: Si Dios nos ha escogido para que fuésemos santos, entonces no nos ha escogido por haber previsto que lo seríamos; pues son dos cosas contrarias, que los fieles tengan su santidad por la elección, y que por esta santidad de sus obras hayan sido elegidos.» (Idem)
«Vemos, pues, por las palabras del Apóstol que la salvación de los files se funda sobre la sola benevolencia de Dios, y que este favor y gracia no se alcanza con ninguna obra, sino que proviene de su gratuita vocación. Tenemos también una especie de espejo o cuadro en que se nos representa esto mismo. Hermanos son Jacob y Esaú; engendrados .de un mismo padre y una misma madre, e incluso enclaustrados en el mismo seno materno antes de nacer. Todas estas cosas son iguales entre ellos; sin embargo el juicio de Dios hizo gran diferencia entre ellos; porque al uno lo escoge, y al otro lo rechaza. No existía otra razón para que el uno pudiese ser preferido al otro, que la sola primogenitura; pero ni eso se tuvo en cuenta, y se da al menor lo que se niega al mayor. Más aún; en muchos otros parece que Dios a propósito ha menospreciado la primogenitura, a fin de quitar a la carne toda materia y ocasión de gloriarse; rechazando a Ismael, pone Dios su corazón en Isaac; rebajando a Manasés, prefiere a Efraín.» (Idem)
«Debemos también recordar que la tierra de Canaan fue una prenda de la herencia del reino de los cielos; de manera, que no debemos dudar que Jacob fue incorporado a Jesucristo para ser compañero de los ángeles en la vida celestial. Es, pues, elegido Jacob y rechazado Esaú; y son diferenciados por la predestinación de Dios aquellos entre los cuales no existía diferencia alguna en cuanto a los méritos. » (Idem)
«…si El nos hubiera elegido porque sabia que seríamos buenos, juntamente hubiera sabido que nosotros lo habíamos de elegir.” (Idem)
«…que la gracia de Dios no halla a nadie al que deba elegir, sino que ella hace a los hombres aptos para que sean elegidos. (Idem, esta cita es de Agustin de Hipona, pero Calvino la menciona en este lugar de la Institucion)
«… la gracia que el Señor da a los suyos sirve para su elección y más bien le sigue que no la precede; puesto que se da a aquellos a quienes la herencia de la vida había sido ya asignada. Porque el orden que Dios sigue consiste en justificar después de haber elegido. De donde se sigue que la predestinación de Dios con la que delibera llamar a los suyos a su gloria es precisamente la causa de la deliberación que tiene de justificarlos, y no al contrario.» (Idem)
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Juan Sanabria Cruz, pastor reformado, hermano en la fe y amigo en la distancia. Islas Canarias. (21 de marzo 1970 – presente )
«Si en la Escritura dice, que el Espiritu Santo se derrama, entonces el agua tambien tiene que derramarse»
«Si mis hijos son míos, y yo soy de Dios, ¿de quien son mis hijos?»
Archibal Alexander Hodge. (Julio 18 de 1823 – Noviembre 12 de 1886)
«La lucha final ha de ser entre el ateismo, en sus innumerables formas y el calvinismo. Los demas sistemas seran aplastados como el hielo medio derretido entre dos icebergs. Hay dos cosas de las cuales puedes estar completamente seguro: 1.- Que no te libraras de tus dificultades arrinconando el cristianismo, porque se te presentaran tambien como filosofia. 2.- Que no te libraras de las dificultades del calvinismo haciendote arminiano, por consiguiente, no te entretengas con las medias tintas, sino posicionate en un bando o en otro, francamente, abiertamente.»
(«Pricentoniana» edicion de 1893, pag 120
» Es indiscutible que no hay transigencia posible entre el arminianismo y el calvinismo. Los que intentan estar en una posicion intermedia han de contentarse con pisar terreno movedizo mientras reciben los disparos de ambos lados.»
(«The Atonement» 1868, pag 382)
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R. B. Kuiper. (Enero 31 de 1886 – Abril 22 de 1966)
«Triste es decirlo, el termino «multiformidad» ha sido aun usado para encubrir multitud de pecados. Podemos citar un ejemplo. Hay sin duda, herejias mayores que el arminianismo. El pelagianismo es mucho peor. Pero el arminianismo tambien es un error. Que nadie diga que la diferencia entre la fe reformada y el arminianismo es meramente de enfasis, una en la soberania de Dios, y la otra en la responsabilidad del hombre, y que por lo tanto es deseable que haya tanto iglesias reformadas como arminianas. Es evidente que la responsabilidad humana es colorario de la soberania divina. Debido a que Dios es soberano, el hombre es responsable ante El. Por consiguiente, precisamente a causa de su profundo enfasis en la soberanía divina, la fe reformada subraya tambien energicamente la responsabilidad humana. Pero el arminianismo hace violencia a ambas cosas. No solamente mengua el caracter absoluto de la soberania de Dios, sino que ademas adapta las exigencias de la ley de Dios al debilitado poder del hombre. Ahora bien, todo error doctrinal, y por tanto tambien el arminianismo, es pecado. Y hacer que el pecado parezca respetable encubriendolo bajo la capa de la multiformidad es en sí pecado.»
(«The glorious body of Christ» pgs 43-44)
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William Greenough Thayer Shedd. (Junio 21 de 1820 – Noviembre 17 de 1894)
«El poder de un organismo religioso, hasta donde alcanza la accion humana, depende de sus maestros religiosos. Por ello la obra mas importante de la obra de una iglesia consiste en preparar a su clero. Todo el resto de la obra de una denominacion estableciendo iglesias en el propio pais y en el extranjero, y cuidandolas, sera un fracaso absoluto si su ministerio no esta educado y es debil. Por consiguiente, todas y cada una de las denominaciones eclesiasticas, se ocupan especialmente por medio de instituciones, facultades de instruccion y grandes asignaciones en atender la educacion ministerial. Pero, suponiendo una union de calvinistas y arminianos, ¿cual sera el sistema enseñado en sus escuelas teologicas? ¿Quien ha de ser nombrado para dar las lecciones de teologia en las clases? Si se escogiera el arminianismo, seria imposible para los calvinistas escurpolosos y fervientes aceptar este sistema. Si se escogiera al calvinismo seria igualmente imposible para los arminianos escrupolosos y fervientes el quedar satisfechos. […] Empero, alguna persona de ingenio pudiera sugerir que existe la posibilidad de elaborar un credo transigente, una combinacion de los dos sistemas. Esto es completamente imposible. El arminianismo y el calvinismo, aunque tienen un sustrato evangelico en comun, ya que ambos sostienen la doctrina fundamental – a saber que Cristo es Dios, y que su sangre es la unica expiacion por el pecado – difieren sin embargo, de manera tan clara y decidida en ciertos detalles relacionados con estas verdades esenciales que la unica union entre ellos ha de ser por transubtanciacion. El uno debe convertir al otro, o el otro debe convertir al uno. La mezcla de ambos es mala. Somos calvinistas, pero no vacilamos en afirmar que el arminianismo, puro y sencillo, franco y viril, es con mucho, preferible al calvinismo modificado por elementos arminianos. […] Pero en todas las tentativas efectuadas para mezclar lo que no se puede mezclar, ha de haber mas o menos, manipulaciones, artificios e intrigas. La incinseridad y la hipocresia, consciente o inconsciente, entran en escena. Un bando se esfuerza en demostrar mas talento que el otro, y el resultado es una vida matrimonial llena de contiendas, que termina en divorcio.»
(«Orthodoxy and Heterodoxy» 1893, pgs 248-250)
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Charles Haddon Spurgeon. (19 de junio de 1834 – 31 de enero de 1892)
«La herejía de Roma no es otra que la de añadir algo a los perfectos méritos de Cristo, la aportación de las obras de la carne para ayudar a nuestra justicia. ¿No es esta también la herejía del arminianismo, el añadir algo a la obra del Redentor? Mi opinión es de que no es posible predicar a Cristo crucificado a menos que no prediquemos también lo que hoy día se llama calvinismo. El nombre calvinismo es solo un apelativo, el calvinismo es el Evangelio, y nada mas. No podemos decir que predicamos el evangelio si no predicamos la justificación por la fe, sin las obras. Tampoco podemos decir que predicamos el evangelio si no predicamos la soberanía de Dios en la dispensación de su Gracia y tampoco si no ensalzamos el amor electivo, invariable, eterno e inmutable del Señor. No podemos tampoco decir que predicamos el evangelio a menos que no basemos este en la redención especial y particular del pueblo elegido, pueblo que Cristo rescato al morir en la cruz. Tampoco podemos aceptar un evangelio que permita a los santos caer de la Gracia una vez han sido llamados. ¡Tal evangelio, yo lo detesto!!» (Autobiografia, Vol I pag 172)
«Nunca podremos experimentar un avivamiento a menos que no creamos que es el Señor, y solamente el Señor, quien puede obrarlo» («La historia de las grandes obras de Dios» sermon predicado en 1859)
«El pacto, – yendo de lleno al asunto y por ofensiva que parezca la doctrina – solo tiene relacion con los elegidos y con nadie mas. ¿Te ofende esto? Pues ofendete aun mas, ¿acaso no dijo Cristo: «…yo ruego por ellos, no ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque tuyos son.» ? («La sangre del pacto eterno». Sermon predicado en 1859)
«Es motivo de gran gozo para mi pensar que el pacto de la Gracia es mas antiguo que el pacto de las obras. El pacto de las obras tuvo su principio, mientras que el pacto de la Gracia no tuvo principio, y bendito sea el Señor que el pacto de las obras tuvo su fin, y que el pacto de la Gracia permanecera firme, aun despues de que los cielos y la tierra hayan pasado.» («La sangre del Pacto eterno»)
«En conformidad con las enseñanzas arminianas no hay promesa alguna de que existe un poder capaz de doblegar la voluntad humana. De manera que la cuestion depende del hombre, y Dios, el Poderoso constructor, aunque ponga piedra sobre piedra, y lo haga solido como el universo, en ultima instancia puede ser derrotado por la criatura, ¡¡fuera con tal blasfemia!! Toda la estructura, desde el principio hasta el final esta en las manos de Dios.» («La sangre del Pacto eterno»)
«El decreto de la eleccion es limitado, pero las buenas nuevas son para todo el mundo. El mandato que he recibido de Dios es el de proclamar las buenas nuevas a toda criatura bajo el cielo. La aplicacion eficaz del evangelio esta restringida a los escogidos de Dios y en consecuencia pertenece a la voluntad secreta de Dios; pero no es asi con el mensaje: este debe proclamarse a todas las naciones.» (Idem.)
«Todos somos aristocratas en nuestra justicia propia, nos nos gusta inclinarnos y descender al nivel de los pecadores comunes. Y si a este nivel llegamos, es porque el Espiritu nos doblega al mismo barro.» («La necesidad de la obra del Espiritu Santo». Sermon predicado en 1859)
«El no ha publicado la pagina en la que los nombres de los redimidos estan escritos, pero la pagina del decreto sagrado, donde se describe el caracter de los mismos, ha sido publicado en Su Palabra, y es proclamada aun en este dia. […] a traves de tu caracter, tu puedes leer tu nombre.» (Idem)
«Dios nunca hizo desesperar a un hombre llamandole con su Gracia eficaz, a menos que no hubiera escrito su nombre en el libro de la vida del Cordero» («Eleccion y Llamamiento» Sermon predicado en 1859)
«Algunos hombres desprecian la doctrina de la Eleccion de la misma manera que los ladrones odian las cerraduras de seguridad, por no poder conseguir ellos el tesoro, odian aquello que lo protege.» (Idem.)
«Un mensaje sin Cristo no es el Evangelio, y la idea moderna de predicar la verdad en vez de Cristo, es una perversa estrategia del Diablo.» («Un sermon de despedida» Sermon predicado en 1859)
«El creyente solo podra sostenerse puro en doctrina, sencillo y humilde en caracter, si esta bajo la influencia de una predicacion que encierra toda la verdad del Señor Jesus». ( Idem.)
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Que DIOS les este bendiciendo grandemente,muy agradecido me mantengo con DIOS por darme la oportunidad de alimentarme espiritualmente de los articulos que me envian,muchas gracias y que DIOS los continue llenando de su sabiduria.
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Gracias Giovanni, nos complace saber, con ese propósito lo compartimos. Dios te bendiga y te guarde.
Saludos
Felipe.
ESCOGIDO POR GRACIA.
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Wooow Felipe, ya verme entre tanta gente ilustre me da vértigo. No sabía de este post y realmente me has sorprendido. Estos santos varones me adelantaron por mucho, la única ventaja que les llevo es que aún estoy en la tierra de los vivientes ¿O de los mortales? Yo de tí esperaba a que me muriera para homenajearme, por si las moscas…Y aún así siervos inútiles somos, porque todo es por la sola gracia de Dios. No hemos hecho nada que nos sea propio, excepto pecar.
Gracias por tu generosidad hermanaso. Igualmente tú has aportado mucho a mi vida espiritual y afectiva comportándote como un verdadero hermano.
Un abrazo!
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Nada Juan, dejalo en siervos inutiles somos, yo hice lo que bien me parecio, y ponerte despues de Calvino no es casualidad, deberias pensar en escribir tu pensamiento teologico asi como lo hizo el, tampoco soy tan generoso de darle a la gente lo que no se merece, pero tu lugar tienes aqui, esta es mi pagina, no?? Ademas, no estas solo como para llevarte toda la gloria, te puse con tu amada Julia, a ella le toca tambien, no? 🙂
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