Este domingo pasado (25 de mayo) fue un día emocionante para nuestra familia. Nuestros hijos recibieron el santo bautismo, instituido por Cristo. Ante mis ojos se estaba cumpliendo uno de los mayores deseos de nuestro corazón expresados a El en oración. Dios es fiel. La sencillez y la profundidad del acto se mezclaban entre si dejándonos abrumados de la emoción. Mientras nuestro pastor bautizaba a mi hija Yeniset, en mi mente repasaba una realidad tan hermosa que es para deleitarse en ella: ¡estamos cumpliendo con la perpetuidad del Pacto!
Cuando Dios le revelo el Pacto a Abraham, le dijo:
» Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, POR PACTO PERPETUO, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti.» (Génesis 17:7)
¿Como se perpetua el Pacto de Dios en todas las generaciones?
¡Poniendo la señal del Pacto en los hijos, tal como lo mando Dios a Abraham! ¡La señal externa del Pacto es la señal externa de su perpetuidad! Eso no ha cambiado. Dios no ha dejado de incluir a nuestros hijos como parte de su pueblo, y tampoco a mandado a invalidar la señal externa que sobre ellos fue mandada a poner como sello de esa inclusión. Han cambiado las formas, pero los hijos siguen estando incluidos. Lo cierto es que esa mañana, ¡estábamos nosotros como familia, siendo parte de esa promesa, estábamos siendo parte de la perpetuidad del Pacto! ¡que gozo, que privilegio, que tremendo es nuestro Dios! Nuestros dos hijos estaban recibiendo la señal del Pacto tal como la recibieron Isaac, Ismael, Jacob, Esau,….David,…Jeremías,….Juan el bautista,…Jesús,….Pablo,….la familia del carcelero de Filipos (lastima nunca se dijo su nombre),… la familia de Lidia de Tiatira,…la familia de Estefanas,…..! ¡Tantos creyentes que nos han precedido en el camino de la fe! No solo hablamos y enseñamos sobre la eternidad y la perpetuidad del Pacto, sino que ¡obedecimos, y eso nos hizo parte de esa perpetuidad pactual que mando Dios! Pero la señal externa es promesa del cumplimiento espiritual de esa promesa, y también en todas las generaciones Dios ha cumplido su promesa de circuncidar el corazón de los suyos bautizándoles con su Espíritu Santo. La perpetuidad del Pacto de Dios no solo se ha mantenido externamente por las generaciones, sino también internamente. La fe que hubo en la abuela Loida, también estuvo en su hija Eunice, y luego también en su nieto Timoteo (2Timoteo 1:5) ¡Dios es Fiel!
Cuando el pastor Alejandro y yo escogimos la fecha del bautizo de nuestros hijos, no nos dimos cuenta que era un «long weekend» (fin de semana largo) aquí en nuestro lugar. Se celebraba «Memorial Day». Un día en el cual el país se para, y se hace énfasis en recordar a todos los que han caído en las guerras. Dios quiso que fuera en esa fecha. Sin poner a un lado la memoria de esos bravos guerreros, cada «Memorial Day» vamos a recordar que nuestra familia también paso a formar parte de los echos poderosos de Jehova. Es bueno tener un «memorial day» para recordar los hechos poderosos de Jehova con su pueblo. Es un echo poderoso de Jehova que aunque a través de los siglos el Enemigo del pueblo de Dios ha tratado de borrarlo de la faz de la Tierra, siempre El se ha reservado un remanente de Gracia. Durante todos los siglos la iglesia de Dios ha mantenido la llama encendida. El pabilo que humea no se ha apagado nunca. La caña cascada y casi rota nunca se ha partido, porque la iglesia del Señor es parte de sus echos poderosos. ¡Las puertas del Hades no prevalecerán contra ella! Durante siglos el Pacto se ha perpetuado de generación en generación. Dios ha tenido testimonio en todos los siglos. Unas veces con mas luz, otras siendo apenas una llama mortecina, la iglesia de Cristo ha permanecido. La iglesia de Cristo se ha perpetuado. Nosotros como familia somos parte de todas esas familias de fe que ha obedecido a Dios perpetuando el Pacto, obedeciendo en bautizar a su hijos pequeños confiando que Dios es fiel para cumplir lo que prometió: «…seré el Dios de ellos» (Génesis 17:8)
No tengo palabras para agradecer a mi Dios. Se quedan cortas. Pero la seguridad que El si puede leer nuestros corazones me tranquiliza, porque ahí El podrá ver cuanta gratitud tengo como padre de ver en mis hijos la señal externa de la perpetuidad del Pacto de Dios con su iglesia. ¡Que esa promesa sea un día sellada en sus corazones!
Le doy gracias a Dios por habernos permitido comprender esta gran verdad cuando nos regalo a nuestros hijos.
Mientras el agua fresca y clara de manos del ministro mojaba los cabellos de mi hijo David, a mi mente venían las palabras de Josue: «…yo y mi casa serviremos [obedeceremos] al Señor.»